No más distopías (literarias)

Ayer Irán entró en guerra con Israel. Esto ya se anima demasiado. Intentaremos hacer vida normal mientras nos dejen.

Empiezo a ver una videoreseña de un libro de ciencia ficción y lo primero que me dicen es el subgénero: distopía. No sigo, gracias, no estoy interesada.

Las distopías digamos clásicas estaban en mi lista de favoritos de todos los tiempos: «1984», «Un mundo feliz», «Farenheit 451». Años más tarde, una generación entera entró con entusiasmo en el subgénero con sagas del estilo «Juegos del hambre» o «Divergente», un aluvión de títulos muy atractivos que incluso tuvieron películas.

Pero ya no me dan ganas de seguir en este subgénero. Hace tanto tiempo que vivo en una sociedad distópica (poco he hablado de ello, odio este siglo) que necesito alimentarme de mensajes mucho más positivos. Por salud mental.

En televisión, «Black Mirror» fue una serie novedosa y en 2011 prometía mucho. Netflix compró los derechos y se produjeron muchos más capítulos por temporada, por tanto la calidad bajó, sobre todo en los guiones.

Dejé de ver «Black Mirror» porque ya no reconocía la distopía, sino una realidad actual proyectada a un futuro cercano, y a eso se le llama predicción. La predicción está aquí prácticamente, llegas a ella sacando conclusiones con ciertos datos, por tanto es contraria al componente visionario de la ciencia ficción. En mi opinión, es ficción por supuesto, pero no es ciencia ficción. Como «Ready Player One», porque ya hay tanta gente que vive inmersa en videojuegos que la idea no me parece tan interesante ni original. Ya existe, o están cada vez más cerca de ser el pan de cada día, la realidad aumentada, el metaverso de Facebook, o Neuralink. El futuro está aquí y hasta se podrán leer nuestros pensamientos, por lo que la ciencia ficción no puede hablar de estos temas como antes.

La ciencia ficción es visionaria, es una aventura en la mente (no necesariamente espacial, como la space opera), es un cuestionamiento serio de muchas ideas que puedes extrapolar desde otras realidades a la tuya. Ahora hasta eso lo dan masticado.

Hace algún tiempo me enteré de la existencia de un nuevo subgénero en ciencia ficción. Ha surgido de las bases de Internet, de foros como Reddit. Se ha denominado HFY («Humanity, Fuck Yeah»), título que implica un grito de ánimo hacia la humanidad. Son historias cortas en su mayoría, de menos de diez minutos, y exploran temas muy variados: el lado especial de nuestra biología, el creativo en problemas de ingeniería, el estratégico en cuestiones de guerra. Es un género que transmite positividad, confianza en el ser humano y sus capacidades, que deja buen sabor de boca. Diría que tiene un cierto estilo Star Trek por las aventuras e interacciones (nunca fui fan de Star Trek pero HFY tiene otro tono).

Internet rebosa de literatura etiquetada como HFY. La consumo porque como amante de la ciencia ficción la considero entretenida, y quizá acabe con una sonrisa. Hay aventuras muy diversas, desde extraterrestres que visitan nuestro planeta hasta las historias de la habilidosa y creativa ingeniera Andrea. Hay muchos lugares donde traducen los textos originales, en mi preferencia el canal 7Pc está bastante bien. Ahí dejo una aventura de Andrea, la del tomate. Dura dos minutos y medio y es épica.

La que se lía con un tomate

Si quieres leer distopía de verdad (en el mundo real), tienes «La cuarta revolución industrial» de uno de nuestros amos del mundo, el señor Klaus Schwab. Ese libro es cuanto menos infame. Pero a este hombre da más miedo escucharle en entrevistas, te dejo una al azar.

¿Has votado a este señor? Pura distopía.

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